El origen de la tradición de comer las uvas tiene un
precedente: un bando municipal del alcalde de Madrid, José Abascal y Carredano, de diciembre de 1882, por el que se
imponía una cuota de 1 duro (cinco pesetas) a todos los que quisieran salir a recibir a los Reyes Magos.
Esta tradición servía para ridiculizar a algunos forasteros que llegaban esos
días y a quienes se les hacía creer que había que ir a buscar a los Reyes Magos
la madrugada del 5 de enero; se utilizaba, además, para beber y hacer cuanto
ruido se quisiera. Con este bando José Abascal privó a los madrileños de la
posibilidad de disfrutar de un día de fiesta en donde se permitiese casi todo.
Esto, junto a la costumbre de las familias acomodadas de tomar uvas y champán en
la cena de Nochevieja, provocó que un grupo de madrileños decidieran ironizar
la costumbre burguesa, acudiendo a la Puerta
del Sol a tomar las uvas al son de las campanadas. Estos son los
antecedentes que dieron lugar a esta costumbre.
En la Nochevieja de 1895 aparece una
referencia escrita sobre las doce uvas, en esta fecha fue el Presidente del Consejo de
Ministros quien despidió el año 1895 con uvas y champán.
La prensa madrileña ya comentaba en enero de 1897:[5]
"Es costumbre madrileña comer doce uvas al dar las doce horas en el reloj
que separa el año saliente del entrante". Al año siguiente la prensa
animaba a esta tradición con un artículo titulado "Las Uvas
milagrosas".[
Otra teoría, es que en 1909, agricultores levantinos
de Almería,
Murcia[14] y Alicante, encontrándose en ese año con
excedente de uva y con objeto de sacar al mercado la producción, lograron
popularizar la costumbre y darle el impulso definitivo que, desde entonces,
acabaría por convertirla en consolidada tradición.
LEER MÁS: http://es.wikipedia.org/wiki/Doce_uvas
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